Mi soledad al ver wrestling

La lucha libre es muy importante para mí, pero siempre ha sido algo que disfruto solo.

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Si busco en DuckDuckGo «chavo guerrero vs kane smackdown royal rumble qualifier» veo que el combate tuvo lugar el 5 de enero de 2007. La importancia de este encuentro es probablemente nula para la gran mayoría del planeta pero, salvo que mi memoria me falle de forma catastrófica, es el primer combate de wrestling que vi en mi vida. No fue en ese día, sino más tarde. Cuatro emitía las cosas con al menos tres semanas de retraso. Yo estaba enfermo en casa y encendí la tele. Había oído hablar del «pressing catch» entre compañeros de instituto, pero no entendía del todo qué era. Acabé fascinado entre tanto golpe e historia y personajes titánicos. Mi madre acudió rápido al «Pero que sepas que todo esto es mentira», a lo que yo respondí lo más veloz que pude «Me da igual, mola muchísimo».

Así empezó mi historia de amor con el wrestling, una afición tan indispensable para mí como leer cómics. Pero también dio comienzo una historia de soledad y bullying que me marcó durante mucho tiempo.

Porque a mí me gustaba mucho el wrestling. Pero mucho. Y, para el gusto de mis compañeros de clase, me gustaba demasiado. Entended otra cosa sobre mí: no sabía callarme y no sabía relacionarme. El cambio de Primaria a la ESO vino acompañado de un cambio de colegio, así que estaba en terreno totalmente nuevo y desprotegido. ¿Un niño raro que no sabe hacer amigos y que no calla? ¿Que ante todo habla de una sola cosa que le gusta? Os podéis imaginar lo fácil que fue para muchos empezar a hacerme bullying en 2º de la ESO.

Cuando quedábamos a jugar al SmackDown vs RAW 2007 en casa de alguien, iban todos contra mí. Cuando estábamos en clase, era el pesado que no callaba con ello. Cuando hacía una redacción sobre que el wrestling era mi deporte favorito, había risitas y miradas, cómo no. Pero cuando estás solo en un sitio que puede ser tan cruel como un instituto, tus aficiones, las cosas que realmente te gustan, son tu refugio. Así que, aunque el wrestling fue uno de los principales motivos por los que me acosaron en el colegio, mantuve mi amor por la disciplina. Fue de esas pocas cosas que no me pudieron quitar ni en mis momentos más bajos.

Con el paso de los años, he ido desconectando y reconectando según cuánto pudiera ver. De adolescente y en la universidad es mucho más fácil tragarse el quintillón de horas semanal que ofrecen diversas compañías, pero ya más adulto y con responsabilidades laborales, bueno, se hace lo que se puede. Como poco siempre he ido leyendo lo que ocurre, siempre he estado al tanto de la actualidad, y he celebrado cada pequeño momento en el que he podido sentarme frente a la pantalla a disfrutar de la lucha libre. Un actividad solitaria, que no puedo compartir de normal con nadie en mi día a día. Algo de mí para mí. Así lo vivo y así está bien. Lo tengo aceptado.

«¿Pero todo esto a qué viene, Nacho?» Veréis, este finde pasado ha sido WrestleMania 41. En mi Notion podéis consultar mi opinión tanto de la Noche 1 como de la Noche 2, pero eso no es lo importante. Lo relevante es que el evento del sábado lo pude ver en directo a través de Netflix. Mi primer WrestleMania visto así, pero no es por esto que es importante. Lo asombroso, para mí, es que no lo vi solo. Mi novia estuvo conmigo, aguantó todo lo que pudo y me sentí muy acompañado. No es que le guste el wrestling, de hecho algunas cosas le parecen muy estúpidas. Pero ahí estaba, para darme «apoyo moral y que puedas contarme las cosas». Porque yo hablo mucho viendo wrestling, reacciono mucho, y si no grité más fue porque eran las 3 de la mañana y no era plan de despertar a los vecinos. Pero lo vivo mucho, me gusta vivirlo como lo vivo. Y el sábado por la noche pude compartirlo con alguien a quien amo con locura y que también me ama a mí. De repente, todos esos pequeños rituales que eran un show individual de mí para mí tenían una testigo excepcional. La mejor testigo. WrestleMania 41 siempre será especial por eso.

No es lo único que ha cambiado en estos meses. Con la llegada de la lucha libre a Netflix se ha abierto la posibilidad de que más gente se aficione a ello. Y muchos amigos y colegas de Bluesky han hecho exactamente eso. Así que, casi sin darme cuenta, cada semana tengo varias conversaciones con varias personas sobre algo que me encanta. Eso me hace inmensamente feliz. Como si hubiera encontrado un bar imposible en el que sentarme a disfrutar con un montón de gente guay con las que comparto esas ganas de pasarlo en grande con todo lo que sucede sobre el ring. Para alguien como yo, en base a todo lo que os he contado en los párrafos anteriores, creedme: esto es muy importante.

Así que este texto va por vosotros. Por mi maravillosa e increíble novia y por todos mis amigos virtuales con los que estoy compartiendo algo que ya daba por sentado que iba a ser una eterna soledad. Desde lo más profundo de mi corazón: gracias.


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Una respuesta a «Mi soledad al ver wrestling»

  1. Avatar de Afri
    Afri

    Ay, qué guay que lo hayas vivido así.
    Qué importantes son estos pequeños refugios nuestros y qué bonito es poder encontrar con quien compartirlos.
    Un abrazo.

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