El ritmo alegre de Riding on Laplace da pie en el siguiente episodio a una historia basada en otro de los clichés clásicos de la serie: el Pokémon abandonado.
«Accompanied by a merry Kasumi, Satoshi and friends arrive at a town bathed in an evening glow.»
El Narrador
Ash, Misty (que se ha comprado un nuevo coletero con forma de corazón) y Brock llegan a una ciudad al atardecer. Allí descubren que un Pokémon está generando tumulto robando en las casas. Tras colaborar con la agente Jenny, descubren que se trata de un Banette que está robando cosas con forma de corazón. Tras varios encontronazos en el que descubren una foto de una niña de pelo rosa con un peluche, Gengar sigue a Banette hasta una casa abandonada. Allí, cuando era un peluche, fue abandonado por accidente y se transformó en Pokémon. El grupo decide ayudarle. Primero, le dan el coletero de Misty, que imita uno que su antigua dueña le puso en su día. Segundo, salen a la búsqueda de la niña, que a día de hoy será mayor. No tienen suerte y Banette decide tomar un tren y despedirse de Gengar, asumiendo que su dueña estará en otro sitio. Sin embargo, Brock conecta dos y dos y se da cuenta de que la enfermera Joy local es la mujer que buscan. Ash monta en Dragonite, sigue a Gengar, recogen a Banette y, por fin, dueña y Pokémon se reúnen bajo la mirada de Latias. Al día siguiente, Banette empieza a colaborar con la enfermera Joy, mientras que el resto de protagonistas continúan su aventura.
Tengo bastante menos que rascar de Juppeta’s Search! que de costumbre. Es un capítulo bastante directo cuyo giro se ve venir de largo. La clave está en la secuencia flashback con la historia de Banette y la emoción del reencuentro con Joy. El tercer pilar es Gengar, que logra formar una amistad con el otro Pokémon fantasma, a quien entiende profundamente al haber sido también abandonado, aunque en distintas circunstancias, tal y como vimos en Pokémon Journeys. De hecho, los Pokémon abandonados son un tópico de la serie, como pudimos ver originalmente con Charmander, o más adelante con Chimchar y Tepig en sus respectivas generaciones. Los iniciales de fuego se toparon con entrenadores tóxicos en varias situaciones, para su desgracia. Del mismo modo, recuerdo The Mystery Menace con un Bulbasaur abandonado.
No cuenta del todo, pero podríamos enmarcar este episodio en el cliché de las Casas Encantadas. Hemos tenido episodios con esta idea en, diría, todas las generaciones. Dada mi afinidad por la serie, recuerdo ante todo el de Pokémon XY. Por otro lado, es la primera vez que vemos a un peluche transformarse en un Banette, tal y como indican que sucede en sus entradas de la Pokédex. El mundo de Pokémon tiene más magia de la que parece.
En resumidas cuentas: si conectas con las secuencias indicadas, conectarás con el episodio. Si no, es posible que este sea de los más flojos hasta el momento de esta miniserie epílogo para Ash, Pikachu y compañía. Aun así, aprecio enormemente el rol de Gengar en esta entrega, siendo de los que mejor puede lucir su personalidad y desarrollo en Journeys. También vale la pena señalar la participación de Dragonite, aunque sea porque nunca me canso de la imagen de Ash montando a sus lomos. Los Dragonite nunca dejan de ser de los Pokémon más imponentes y míticos de la franquicia. Cuando un entrenador vuela en uno, sabes que es importante. Y Ash está a ese nivel.
Poco más que añadir salvo dejar la imagen After story. Intentaré que no me pille el Tauros con el comentario del siguiente episodio, ya emitido en Japón y dedicado al Team Rocket.
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